Adrián Ortiz Romero Cuevas
Una vez cerrados los tiempos del registro de candidaturas, tanto los partidos políticos como sus candidatos en Oaxaca están dominados por una interrogante común: ¿funcionarán sus operadores electorales, sus candidatos y sus adquisiciones de último minuto?
La pregunta es elocuente: en diversos casos, los personajes saltaron de un color a otro asegurándoles que eran los mejor posicionados, y que ante el desprecio de sus partidos optaron por la ruptura y el traslado de sus estructuras electorales de una fuerza política a otra. En más de un caso, lo que están vendiendo es solamente humo.
En efecto, al cerrarse los registros de candidaturas a diputaciones locales por mayoría y por representación proporcional, en Oaxaca quedó claro que el llamado “chapulineo” se convirtió en el deporte de moda de este periodo. En diversos partidos, y en más de una lista de candidaturas, se vio el afán de cobijar a personajes que en otros partidos fueron fustigados y que brincaron de siglas para tratar de encontrar un espacio, esencialmente a cambio de promesas.
Aunque pueden verse algunos liderazgos reales, lo cierto es que la gran mayoría lo que está vendiendo es humo. ¿De qué hablamos?
De que hay casos como el de Alejandro Avilés, que consiguió una candidatura plurinominal por el Partido Verde, a cambio de “reorientar” su estructura electoral —como fallido candidato a Gobernador— al servicio de dicho partido. Como abanderado priista a la gubernatura, Avilés obtuvo un promedio de 280 mil votos.
Ese es su capital electoral; es lo que le vendió a Morena-PVEM como activo principal para obtener una candidatura por ese último partido. Pero nada garantiza que Avilés pueda contener ese margen de votación y que lo pueda reorientar a favor de sus intereses.
¿Qué tanto es un vendedor de humo? Eso lo sabremos el día de la jornada electoral. Pero el escenario es menos complejo de lo que parece. El Partido Verde, obviamente, no sacará esa cantidad de voto. Ni antes, ni ahora… y probablemente, después tampoco lo logre.
Avilés no es el único vendedor de humo.
En el PT están ocurriendo una serie de movimientos extraños que dan cuenta de una voluntad rupturista bastante calculada. Benjamín Robles Montoya está dispuesto a enriquecerse de todas las pequeñas o grandes rupturas al interior de Morena, para capitalizarse.
Lo está haciendo sin una ruta clara pero sí con el objetivo de rescatar votación para mantener el registro como partido político para el PT.
Lo más interesante, en todo esto, que es que dicho fenómeno de espejismos ocurre entre partidos, pero también a su interior. ¿Cuántos, por ejemplo, dentro del propio PRI, siguen vendiendo humo respecto a sus estructuras electorales, su liderazgo o sus antecedentes?
Siguen creyendo que tienen algo que los demás carecen. Esas estructuras, por ejemplo, que manipulaban entre los servidores públicos, para obligarlos a votar a favor de un partido. Eso existe, pero ahora está a favor de Morena: con sus operadores, vigilantes, ruteros y demás. La operación sólo cambió de esquina. El problema es que hay otros que lo hacen. Así que los priistas que venden ese humo, seguramente se quedarán en el camino. Increíble, pero cierto.
EPITAFIO
En la capital todos luchan por el segundo lugar. Por una regiduría, pues. La interrogante es si habrán logrado ponerse de acuerdo los partidos que van dizque aliados (PRI, PAN y PRD) o si cada quién presentará su propia planilla. Eso será por demás sintomático. Al tiempo.
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