Redacción
Durante el fin de semana, Oaxaca vivió una serie de tragedias que evidencian una crisis de salud pública: tres personas fallecieron por infarto en distintos días y puntos de la ciudad. Estos eventos han encendido las alarmas sobre la necesidad de una mejor preparación en emergencias médicas y acceso a equipos como desfibriladores externos automáticos (DEA).
La primera tragedia ocurrió el viernes por la noche en el Bar Jardín, un lugar icónico ubicado frente al Zócalo de Oaxaca. Un turista nacional de 54 años sufrió un infarto fulminante al interior del establecimiento. Testigos señalaron que el personal del bar no contaba con capacitación en primeros auxilios, lo que imposibilitó cualquier intento efectivo de salvar al hombre. Este hecho ha generado críticas hacia un lugar conocido por sus elevados precios en servicios de alimentos y bebidas, pero que carece de medidas básicas de seguridad para emergencias médicas.
El sábado por la tarde, en las inmediaciones de la Casa de la Cultura, se reportó un segundo caso. Una mujer sufrió un paro cardíaco, pese a que los servicios prehospitalarios llegaron al lugar, los esfuerzos de los paramédicos no lograron salvar su vida. Este incidente ha puesto de manifiesto la urgencia de disponer de desfibriladores en puntos estratégicos de la ciudad.
El domingo por la mañana, en la zona de la Central de Abasto, una persona sufrió un infarto que movilizó nuevamente a los servicios de emergencia. Aunque los paramédicos arribaron rápidamente y realizaron maniobras de reanimación cardiopulmonar, el desenlace fue fatal.
Estos casos subrayan la necesidad de reforzar la infraestructura médica en una de las áreas comerciales más concurridas de Oaxaca.
Expertos en cardiología han identificado factores como el sedentarismo, el estrés, el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados y la obesidad como detonantes del incremento en casos de infarto