Los fabricantes textiles y de calzado en Estados Unidos alertaron que los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump a principales países exportadores incrementarán los precios de ropa y calzado de manera significativa. Según la Asociación Americana de Ropa y Calzado, cerca del 97 por ciento de estos productos adquiridos en el país provienen de importaciones, principalmente de Asia, lo que los hace vulnerables a las nuevas tarifas. Empresas como Walmart, Gap Inc., Lululemon y Nike, que fabrican la mayoría de sus prendas en naciones asiáticas, enfrentarán un impacto directo si las medidas entran en vigor como está previsto.
La Federación de Distribuidores y Minoristas de Calzado de Estados Unidos (FDRA) estimó que el costo de botas de trabajo fabricadas en China pasará de 77 a 115 dólares, mientras que zapatillas para correr provenientes de Vietnam subirán de 155 a 220 dólares. Para el calzado infantil, un par que hoy cuesta 26 dólares podría llegar a 41 dólares en la próxima temporada de compras escolares. Matt Priest, presidente de la FDRA, destacó que las familias de bajos ingresos sufrirán las mayores consecuencias, ya que los comercios donde suelen adquirir estos productos también ajustarán sus precios.
El sector textil subrayó que Estados Unidos carece de la capacidad interna para sustituir estas importaciones. Los Distribuidores y Minoristas de Calzado de América señalaron que más de 70 materiales necesarios para producir un zapato típico, como cordones de algodón, ojales y partes superiores de tela, no se fabrican en el país ni han existido a gran escala históricamente. Esta dependencia agrava la situación, ya que reubicar la producción a territorio estadounidense resulta inviable a corto plazo debido a la falta de mano de obra capacitada y de infraestructura adecuada.
Economistas y analistas coincidieron en que los aranceles actuarán como un impuesto indirecto al consumidor, lo que podría ampliar la brecha económica entre los sectores más ricos y los de ingresos medios y bajos. Mary E. Lovely, investigadora del Instituto Peterson de Economía Internacional, cuestionó de dónde obtendrá Estados Unidos su ropa si las tarifas a países como Bangladesh, Vietnam y China se mantienen en niveles elevados. La experta apuntó que las alternativas son limitadas, ya que pocos países fuera de Asia poseen la capacidad para satisfacer la demanda del mercado estadounidense en gran volumen.
La estabilidad de precios en el sector, sostenida durante tres décadas gracias a acuerdos de libre comercio y la competencia entre minoristas de descuento como H&M, Zara y Forever 21, enfrenta ahora un punto de inflexión. Datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos revelaron que el costo de la ropa en 2024 se mantuvo similar al de 1994, pero los especialistas anticipan una “avalancha de aumentos” que alterará esta tendencia. Empresas como Nike, que produce el 95 por ciento de su calzado en Vietnam, Indonesia y China, y Gap, con un 27 por ciento de sus compras provenientes de Vietnam, ya evalúan opciones como trasladar parte de su producción a países con aranceles más bajos, aunque estas alternativas no garantizan cubrir la demanda total.
Por su parte, la plataforma de ropa de segunda mano ThredUp celebró la eliminación de una exención fiscal que permitía la entrada de productos chinos de bajo costo sin impuestos, medida que acompañó la última ronda de aranceles. La compañía afirmó que esto elevará el costo de la moda rápida desechable, afectando el modelo de sobreproducción que domina el mercado. Sin embargo, el consenso entre los analistas es que los consumidores finales asumirán la mayor carga económica, especialmente en un contexto donde los costos de alimentos y vivienda ya han presionado los presupuestos familiares en los últimos años.