La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) enfrenta una crisis tras la decisión de Elon Musk y el respaldo del presidente Donald Trump de cerrarla, argumentando que «no tiene arreglo». Aunque el jefe de la diplomacia, Marco Rubio, aclaró que la agencia no desaparece sino que ahora está bajo su control, la incertidumbre se extendió entre los empleados, quienes recibieron instrucciones de no acudir a sus oficinas y encontraron bloqueado su sistema informático. Además, la cuenta oficial de la dependencia en X fue suspendida y su sitio web quedó inactivo, mientras que varios altos funcionarios fueron puestos en licencia administrativa.
La medida ha generado preocupación debido a la importancia de USAID en la política exterior estadounidense, ya que financia programas de salud, emergencia y desarrollo en más de 120 países. En 2023, administró el 60% de la asistencia exterior del país y desembolsó cerca de 44 mil millones de dólares. Sin embargo, Trump ha manifestado su rechazo a la agencia, acusándola de estar dirigida por «lunáticos radicales» y de financiar investigaciones controversiales, sin pruebas que respalden sus afirmaciones. Las protestas no se hicieron esperar, con manifestantes en Washington exigiendo salvar la institución. En contraste, los senadores republicanos han respaldado la intervención de Rubio, quien justificó la decisión al señalar supuesta «insubordinación» dentro de la agencia.
El futuro de USAID aún es incierto. Mientras los demócratas en el Congreso advierten que la toma de control podría ser inconstitucional, Musk y Trump aseguran que la reestructuración es necesaria para alinear los intereses del gobierno con su visión de eficiencia. Entre tanto, los programas de asistencia global financiados por la agencia enfrentan interrupciones, afectando la distribución de ayuda en países estratégicos y poniendo en duda el liderazgo de Estados Unidos en cooperación internacional.