En Oaxaca, la cena de Año Nuevo no sólo marca el cierre de un ciclo, sino que también celebra nuestra identidad cultural a través de la comida. Los platillos típicos que acompañan estas fechas son un reflejo de nuestras raíces, transmitidas de generación en generación, y representan la riqueza de nuestra tierra y el amor por nuestras tradiciones.
Los tamales son esenciales en las fiestas oaxaqueñas. Durante Año Nuevo, destacan los tamales de mole negro, preparados con masa de maíz y envueltos en hojas de plátano. Este platillo combina los sabores profundos del mole –con sus más de 30 ingredientes, como chiles, especias y chocolate artesanal– con la calidez de la cocina familiar. También son populares los tamales de chepil y los tamales de frijol.
Si hay un platillo que simboliza nuestra gastronomía, ese es el mole negro. Este manjar se prepara con dedicación, combinando ingredientes autóctonos como el chile chilhuacle y el cacao. En las mesas de fin de año, el mole suele acompañarse con guajolote, pollo o cerdo, servidos con arroz y tortillas recién hechas. Cada familia tiene su propia receta, haciendo que cada bocado sea único.
Las tlayudas también son parte importante de las celebraciones. Estas tortillas grandes y crujientes se cubren con asiento, frijoles, queso fresco, tasajo o chorizo, convirtiéndose en un plato versátil que puede servirse como entrada o plato principal. Aunque forman parte de nuestra vida diaria, en Año Nuevo adquieren un significado especial al ser compartidas en el centro de la mesa.
No puede faltar el toque dulce en esta noche especial. En muchas familias se preparan buñuelos crujientes, bañados en miel de piloncillo. Además, el chocolate de metate, espumado a mano, acompaña las sobremesas, ofreciendo un cierre cálido y reconfortante.
El ponche de frutas, hecho con tejocote, caña, guayaba y canela, es una bebida infaltable en estas fechas. Cada sorbo evoca la unión familiar y la esperanza de un nuevo año lleno de prosperidad.
En Oaxaca, la cena de Año Nuevo es mucho más que una comida: es un homenaje a nuestras raíces, una celebración de nuestra identidad y una muestra de que el sabor y la tradición son los mejores acompañantes para recibir el año que comienza.