La cascada de San Felipe del Agua, en Oaxaca de Juárez, guarda un cúmulo de historias y recuerdos, entre ellos el de Don Pedro Hernández, un hombre de 62 años que rememora la belleza de la vida en este lugar. Con la abundancia de agua, la cascada recobró su esplendor tras las lluvias recientes, evocando momentos pasados en los que la comunidad se reunía para nadar y pescar, y donde las mujeres aprovechaban el agua limpia para lavar su ropa.
Don Pedro comparte cómo, hace 40 o 50 años, la cascada era un punto de encuentro para los vecinos de la colonia. «El agua estaba limpiecita, todos bajaban a nadar y a pescar», comenta, resaltando la importancia de este recurso natural en la vida cotidiana de su comunidad. Su relato ilustra no solo la belleza del lugar, sino también los lazos que unieron a generaciones en torno a esta fuente de vida.