Este 30 de enero se conmemora el 24º aniversario luctuoso del pintor oaxaqueño Rodolfo Morales, una de las figuras más importantes del arte mexicano del siglo XX. Su legado artístico y su compromiso con la preservación del patrimonio cultural de Oaxaca siguen vigentes, inspirando a nuevas generaciones.
Nacido el 8 de mayo de 1925 en Ocotlán de Morelos, Morales fue un niño solitario que halló en el dibujo un refugio y una forma de expresión. Su talento lo llevó a la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, donde estudió arte entre 1948 y 1953. Tras graduarse, ejerció como profesor de dibujo en la Escuela Nacional Preparatoria Número 5, una labor que desempeñó por 32 años, hasta 1985.
Aunque Morales comenzó a exponer su obra en pequeñas galerías de la Ciudad de México, fue en 1975 cuando su carrera tomó un giro decisivo. Gracias a la pintora Geles Cabrera, quien lo motivó a dedicarse por completo a la pintura, realizó su primera exposición individual en la Casa de las Campanas, en Cuernavaca. Su trabajo llamó la atención del reconocido artista Rufino Tamayo, quien le ayudó a establecer contactos con críticos de arte y galerías a nivel mundial. A partir de entonces, Rodolfo Morales comenzó a recibir reconocimiento internacional, consolidándose como una de las figuras más importantes de la plástica mexicana.
Más allá de su trabajo pictórico, Rodolfo Morales fue un ferviente defensor del patrimonio cultural de Oaxaca. A través de la Fundación Cultural Rodolfo Morales, creada en 1992, impulsó la restauración de monumentos históricos en su natal Ocotlán y otras comunidades oaxaqueñas. Gracias a su gestión y financiamiento, se lograron recuperar conventos, templos y edificaciones coloniales de gran valor histórico.
A 24 años de su partida, Rodolfo Morales sigue presente en la memoria colectiva de Oaxaca y en el corazón del arte mexicano. Su compromiso con la cultura y su pasión por el color y la fantasía continúan inspirando a quienes buscan en el arte una forma de transformar el mundo.