El sarampión, una enfermedad que había sido controlada, ha resurgido como un problema de salud pública en Oaxaca, donde la cobertura de vacunación es alarmantemente baja. De las 68,599 dosis programadas para prevenir el sarampión y la rubéola, solo el 20% ha sido aplicado, lo que representa un riesgo significativo para la población, especialmente para los menores de edad.
Ante esta situación, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha lanzado una campaña intensiva de vacunación dirigida a personas de entre 10 y 39 años que no hayan recibido la inmunización. Las autoridades buscan alcanzar niveles de cobertura superiores al 95%, el mínimo necesario para lograr la inmunidad colectiva.
Además, la Secretaría de Salud estatal ha reforzado la vigilancia epidemiológica y emitido alertas para prevenir posibles brotes. Entre las acciones emprendidas se encuentra la instalación de brigadas de vacunación en comunidades rurales y urbanas con menor acceso a servicios médicos.
El sarampión es altamente contagioso y puede ocasionar complicaciones graves como neumonía, encefalitis e incluso la muerte, especialmente en niños no vacunados. Sus síntomas incluyen fiebre alta, tos, congestión ocular y un característico exantema que comienza en el rostro y se extiende al resto del cuerpo. La vacuna triple viral sigue siendo la herramienta más eficaz para prevenirlo.