El debate sobre la propuesta de cobrar impuestos a las herencias en México se intensificó recientemente, luego de que el diputado local Gabriel Varela, del Partido Verde, corrigiera su iniciativa inicial. La propuesta original contemplaba un impuesto a herencias a partir de los 15 millones de pesos, pero Varela aclaró que el umbral correcto era de mil 500 millones de pesos. De aprobarse, la medida afectaría solo a los ultrarricos, un pequeño grupo de personas en el país, y buscaría contrarrestar la desigualdad económica.
Especialistas en justicia fiscal han respaldado la medida, señalando que podría ser un mecanismo crucial para reducir la concentración de riqueza. Según Alejandra Macías, directora ejecutiva del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), se trataría de hacer que los más ricos paguen más, similar a otros impuestos sobre la renta. Andrea Larios, investigadora de Fundar, subraya que este tipo de medidas pueden mitigar la desigualdad generacional, al frenar la acumulación intergeneracional de fortunas millonarias.
Por otro lado, la iniciativa ha generado críticas, especialmente de legisladores de oposición, como el panista Diego Garrido, quien calificó la propuesta de «comunista», argumentando que castiga el trabajo y los legados familiares. Sin embargo, un estudio de la organización Oxfam revela que apenas el 0.22 por ciento de la población mexicana posee fortunas superiores al millón de dólares, destacando la creciente desigualdad en el país.
Aunque la propuesta solo afectaría a los residentes de la Ciudad de México, algunos especialistas sugieren que esta medida podría expandirse a nivel nacional para lograr una mayor equidad fiscal. Sin embargo, también se reconoce que, aunque el impuesto a las herencias sería un paso en la dirección correcta, es necesario implementar otras reformas fiscales más amplias para mejorar el sistema fiscal y reducir las disparidades económicas.