Con lágrimas y visiblemente conmovida, la diputada local de Morena, Elizabeth Mateos, presentó ante el Congreso la «Ley Crucito», una iniciativa que busca sancionar con hasta 30 años de cárcel a las personas que asesinen a sus hijastros. Esta propuesta surge a raíz del trágico caso de un niño de 6 años, conocido como ‘Crucito’, quien fue brutalmente asesinado por Óscar ‘N’, pareja sentimental de su madre.
El pasado 11 de octubre, Óscar fue vinculado a proceso por el homicidio del menor, ocurrido en la alcaldía Iztacalco. Según las denuncias de los vecinos, el pequeño vivía en condiciones inhumanas, padecía desnutrición extrema y, a menudo, se le veía buscando comida en los botes de basura. Las imágenes y videos capturados por la comunidad mostraban la grave situación de maltrato a la que era sometido. A pesar de su frágil condición, su madre y padrastro lo obligaban a realizar tareas pesadas, como subir cubetas de agua al piso superior de la vivienda.
Durante su intervención en tribuna, Mateos explicó que la «Ley Crucito» busca reformar el artículo 125 del Código Penal, incluyendo como agravante en el delito de homicidio la relación entre padrastros y sus hijastros. «De esta manera, dotaremos a nuestro marco jurídico de mayor precisión y protección», comentó la diputada. La iniciativa propone penas de 10 a 30 años de prisión, además de la pérdida de los derechos que el agresor pudiera tener respecto a la víctima, incluidos los de carácter sucesorio.
Mateos también señaló que la reforma contempla sanciones para los padres o madres que, teniendo conocimiento del maltrato o asesinato, no lo denuncien ante el Ministerio Público o faciliten los medios para la comisión del delito. «La protección de nuestras niñas y niños es una prioridad innegociable y es un deber que no podemos eludir», enfatizó la diputada.
Finalmente, Mateos llamó a la Legislatura a ser la voz de quienes no pueden defenderse, destacando la importancia de erradicar la violencia en el seno familiar y garantizar que cada acto de abuso sea sancionado con la severidad que merece.