La Ciudad de México rindión este viernes un homenaje histórico a Cuauhtémoc, el último gran tlatoani mexica, con una ceremonia de funerales de Estado en la Plaza de la Constitución, conocida como el Zócalo. La presidenta Claudia Sheinbaum encabezó el evento a las 10:00 horas, conmemorando los 500 años de su ejecución. Cuauhtémoc, quien lideró la resistencia contra los conquistadores españoles en 1521, será recordado no solo por su valentía, sino también como símbolo de la lucha por la preservación de su pueblo y su cultura.
Cuauhtémoc, el último huey tlatoani de Tenochtitlán, es una figura fundamental en la historia de México, cuya vida y legado siguen siendo objeto de debate y admiración. Nacido en los últimos años del siglo XV, Cuauhtémoc fue hijo de Ahuítzotl, el octavo gobernante mexica, y Tiyacapantzin, una noble de Tlatelolco, lo que lo colocó en la cúspide de los linajes más poderosos de la región. Se cree que su nombre, que significa “descendió como águila”, refleja la valentía y la nobleza que marcarían su vida.
Durante su juventud, Cuauhtémoc destacó como un guerrero intrépido, participando en combates como el de Oaxaca en 1515, cuando era apenas un adolescente. Fue educado en el Calmécac, una institución dedicada a formar a los futuros líderes mexicas, y en su formación se enfatizaba el autocontrol, la estrategia militar y la devoción a los dioses. A los 20 años, ya era un hombre reconocido en la sociedad mexica y asumió importantes cargos administrativos en Tlatelolco.
Cuando la llegada de Hernán Cortés y su ejército de conquistadores españoles alteró la vida en Tenochtitlán, Cuauhtémoc estaba en medio de una crisis política y militar. En 1520, tras la muerte de Moctezuma II y la rápida ascensión de Cuitláhuac, el último tlatoani de la ciudad, Cuauhtémoc fue llamado a la resistencia. Después de la muerte de Cuitláhuac, debido a la viruela, Cuauhtémoc asumió el liderazgo de Tenochtitlán en diciembre de 1520, en un momento en que la Triple Alianza estaba fracturada y la ciudad estaba bajo el asedio de los conquistadores.
A pesar de la desventaja numérica y tecnológica, Cuauhtémoc luchó con valentía y astucia. Lideró a su pueblo en la Noche Triste, el 30 de junio de 1520, cuando los mexicas lograron expulsar temporalmente a los españoles. Sin embargo, la victoria fue efímera. Tenochtitlán ya estaba devastada por las epidemias y las luchas internas, lo que dificultó aún más la resistencia. Cuauhtémoc se convirtió en símbolo de la lucha contra la colonización, al mismo tiempo que encarnaba el sacrificio y la determinación de un líder que nunca cedió ante la adversidad.
Finalmente, tras la caída de la ciudad en agosto de 1521, Cuauhtémoc fue capturado por los españoles. Durante su encarcelamiento, fue sometido a crueles torturas, especialmente en sus pies, donde los soldados de Cortés le causaron graves lesiones. Cuauhtémoc fue acusado sin juicio de conspirar contra los españoles y fue ejecutado el 28 de febrero de 1525, una fecha que marcó su trágico destino. Se le atribuye la frase «toma este cuchillo y mátame», que refleja el código de honor guerrero al que estaba sometido, según el cual era preferible morir con honor que ser sometido a la humillación.
Hoy en día, Cuauhtémoc es considerado un símbolo de resistencia y orgullo mexicano. Su figura ha sido objeto de reinterpretaciones a lo largo del tiempo, siendo celebrado como un héroe nacional en momentos clave de la historia del país. Sin embargo, el Cuauhtémoc histórico, el hombre que sufrió, luchó y murió por su gente, se ve a menudo eclipsado por el mito de la figura heroica construida a lo largo de los siglos.
El último gran tlatoani mexica es, sin lugar a dudas, una figura fundamental en la historia de México, no solo por su papel en la resistencia contra la conquista, sino por lo que representa: un líder que, incluso en la derrota, encarna los valores de un pueblo y una cultura que aún perduran en el México contemporáneo.