Los glaciares del Pico de Orizaba, Iztaccíhuatl y Popocatépetl, los últimos en México, podrían desaparecer en los próximos cinco años, según advirtió Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El especialista señaló que el aumento de la temperatura global y la actividad volcánica reciente aceleran el deshielo de estas masas de hielo, ubicadas en los volcanes Citlaltépetl (Pico de Orizaba), Iztaccíhuatl y Popocatépetl. La pérdida impactará el sistema hidrológico regional, ya que los glaciares aportan agua de fusión a ríos y acuíferos, y alterará el clima local al reducir la reflexión de la radiación solar.
Delgado explicó que el Popocatépetl pierde su hielo por la combinación de calor ambiental y erupciones, como las registradas desde 1994, que han cubierto el glaciar con cenizas y flujos piroclásticos. En el caso del Pico de Orizaba, el glaciar más grande del país, las mediciones indican una reducción del 20 por ciento en su tamaño en los últimos cinco años, agravada por indicios de actividad volcánica que sugieren un posible despertar. El Iztaccíhuatl, con cinco cuerpos de hielo remanentes de los 11 que tuvo en el siglo pasado, enfrenta un retroceso irreversible debido a su altitud límite de 5 mil 240 metros, insuficiente para mantener el hielo ante el calentamiento.
La UNAM destacó que el cambio climático, impulsado por emisiones de gases de efecto invernadero, constituye la causa principal de esta crisis. Francisco Estrada Porrúa, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático, subrayó que las temperaturas globales superan ya el umbral crítico alertado por científicos. En el Pico de Orizaba, a 5 mil 670 metros, el basamento rocoso aflora cada vez más, mientras que el Iztaccíhuatl pierde sus glaciares a un ritmo que los condena a desaparecer antes de una década. Estudios previos de la Universidad Veracruzana y la Universidad de Texas en San Antonio confirman que el glaciar Jamapa, en el Pico de Orizaba, redujo su superficie en un 60 por ciento entre 1950 y 2011.
Organizaciones como Autismo España y expertos de la BUAP coinciden en que la extinción de estos glaciares afectará a comunidades en Puebla, Veracruz y el Valle de México, dependientes de las cuencas alimentadas por el deshielo. La falta de precipitaciones sólidas y el aumento de la radiación absorbida por las rocas expuestas agravan el problema. Delgado enfatizó que la conservación de los glaciares ya no resulta viable, por lo que urge adaptar las políticas hídricas y agrícolas a esta nueva realidad climática.