El régimen talibán ha intensificado en 2024 las restricciones contra las mujeres y niñas en Afganistán, violando de manera sistemática sus derechos humanos. Según el informe de Human Rights Watch (HRW), el grupo extremista ha profundizado la represión, particularmente en áreas como la educación, la libertad de movimiento y de expresión. Afganistán se ha convertido en el único país en el que se prohíbe la educación secundaria y universitaria para las mujeres, lo que profundiza la marginación de este sector de la población.
Además de esta privación del acceso a la educación, las mujeres en Afganistán enfrentan la restricción de sus derechos a la atención médica, además de ser obligadas a cumplir con regulaciones estrictas sobre su vestimenta y comportamiento. Entre estas se incluye la ley de «promoción de la virtud y prevención del vicio», que prohíbe a las mujeres viajar en transporte público sin la supervisión de un “mahram” (un hombre de la familia). Esta normativa también obliga a las mujeres a cubrirse completamente, incluido su rostro, y a reducir su voz en público, una medida que se extiende incluso a su canto o lectura en voz alta, lo que demuestra un control extremo sobre su autonomía.
Por otro lado, el régimen talibán ha impuesto sanciones severas para quienes infringen las normas, a través de su policía moral, los mohtasabeen, quienes tienen la autoridad para detener a las mujeres y someterlas a violencia física, amenazas y detenciones arbitrarias. Solo en 2023, el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio arrestó a más de 13,000 personas por no cumplir con la ley. Aunque algunas de estas leyes no se implementan con el mismo rigor en todo el país, como en la capital Kabul, las autoridades trabajan en un marco que podría extender estas restricciones a nivel nacional.
La situación humanitaria en Afganistán ha empeorado debido a la falta de recursos para programas esenciales. Según la ONU, solo se recibió el 31% de los fondos necesarios para cubrir las necesidades humanitarias en 2023, lo que ha afectado gravemente la infraestructura sanitaria y exacerbado la malnutrición, particularmente entre las mujeres. El aislamiento económico y la opresión política siguen siendo obstáculos insuperables para la mejora de la calidad de vida en el país.
Este panorama deja a las mujeres afganas en una situación de vulnerabilidad extrema, no solo por la represión sistemática a la que están sometidas, sino también por el colapso de las condiciones sociales y económicas, que han generado una crisis humanitaria de grandes proporciones.