En Oaxaca, el 24 de diciembre es mucho más que una fecha en el calendario; es un día lleno de simbolismo que entrelaza historia, fe y, sobre todo, el calor de estar cerca de quienes amamos. Esta festividad, profundamente arraigada en el corazón de los oaxaqueños, es un momento para reconectar, compartir y celebrar las tradiciones que han dado forma a la identidad de esta tierra.
Al llegar la Misa de Gallo, las familias se reúnen en los templos para dar gracias y renovar la esperanza. Más tarde, en la intimidad de los hogares, las cenas, que pueden ser desde un platillo sencillo hasta un banquete, no buscan impresionar sino unir. Es aquí donde la magia de la Nochebuena cobra vida: no importa la comida en la mesa, sino las manos que la comparten, los abrazos que se dan y las risas que llenan el ambiente.
Para los oaxaqueños, esta fecha no es una simple celebración comercial. Es una oportunidad para fortalecer vínculos, perdonar, y recordar lo que realmente importa: la conexión con los seres queridos. La Nochebuena en Oaxaca no solo revive tradiciones; revive el amor, la solidaridad y la esperanza. Una noche donde lo ancestral y lo moderno se encuentran para recordarnos que, al final del día, lo más valioso no es lo que tenemos, sino con quién lo compartimos.
Desde las posadas, que culminan esta noche, hasta las reuniones familiares, cada detalle de la Nochebuena refleja el espíritu generoso y comunitario que caracteriza a Oaxaca. Las familias y vecinos caminan juntos recreando el peregrinaje de María y José, iluminando las calles con velas y llenándolas de cantos. Las piñatas, que simbolizan la lucha contra el mal, se rompen entre risas y aplausos, reforzando los lazos de unión entre generaciones.
Lo que hace especial esta noche en Oaxaca es su singularidad. Es la única entidad del país donde los aguinaldos, una tradición que nació del fervor comunitario, se materializan en gestos cálidos como las medias tortas de frijol con queso, chileajo con salsa de chile pasilla, café de olla con canela y ponche. Estos sencillos pero significativos obsequios llenan el corazón de gratitud y sentido de pertenencia.