Estados Unidos intensificó la seguridad en sus centros de votación para las elecciones del 5 de noviembre, implementando medidas como drones, cristales antibalas y botones de pánico. Este refuerzo es una respuesta al creciente clima de polarización y a los episodios de violencia electoral, particularmente tras el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
En un esfuerzo por garantizar la integridad física de votantes y funcionarios electorales, los 50 estados han asignado recursos significativos a la seguridad, incluyendo francotiradores y la coordinación con fuerzas locales. El Departamento de Justicia también enviará observadores federales a 86 jurisdicciones, lo que marca un récord en la supervisión electoral.
Las autoridades reconocieron que el miedo a la violencia se ha convertido en una constante, lo que llevó a la implementación de nuevas estrategias de seguridad. En lugares como Maricopa, Arizona, se instalaron barreras físicas y detectores de metales, y se realizaron simulacros de evacuación para prepararse ante posibles incidentes.