La ola de calor que afecta a diversas regiones del país puede convertirse en una amenaza para la salud de las personas, ya que el cuerpo humano necesita mantener una temperatura interna cercana a los 37°C para funcionar adecuadamente.
El estrés térmico es una afección que puede surgir cuando se supera este límite, desencadenando problemas tanto psicológicos como metabólicos.
El profesor Hugo Sánchez Castillo, de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica que el estrés térmico es “un estado que se induce por un aumento de la temperatura ambiental, asociado con un estrés tanto psicológico como metabólico”.
Añade que esta condición puede estar acompañada o no por hipertermia, que se produce cuando los mecanismos que regulan la temperatura corporal fallan y la temperatura se eleva por encima de lo normal.
Diversos estudios científicos y arquitectónicos señalan cuatro variables que pueden desencadenar el estrés térmico en ambientes interiores y exteriores:
Temperatura del aire: Idealmente, esta debería oscilar entre 22°C y 24°C en todas las estaciones del año;
Humedad relativa del ambiente: Altas o bajas tasas de humedad pueden influir en la sensación térmica;
Temperatura de los objetos y el contexto: Por ejemplo, estar en un lugar con muchos equipos electrónicos o personas puede incrementar la sensación de calor. También influye el material con el que están construidos los techos, paredes y suelos de los edificios; y,
Flujo del aire: Una buena ventilación ayuda a mantener una temperatura adecuada.
Además, Sánchez Castillo menciona una serie de variables que pueden aumentar la probabilidad de sufrir estrés térmico, como el hacinamiento en el transporte público o el tráfico. “Es una situación que va sumando.
Si alguien sale de casa ya sintiendo calor, entra a un transporte público lleno, llega a su trabajo y siente el ambiente caluroso, es una acumulación de eventos que, junto con las altas temperaturas, sitúan a la persona en una situación incómoda”, explicó el académico.
Las consecuencias del estrés térmico pueden ser variadas, desde afectaciones periféricas y problemas de sueño hasta sensaciones de vértigo y mareo.
En casos muy severos, puede provocar accidentes cerebrovasculares o incluso la muerte. Otros efectos incluyen ansiedad, tristeza y bajo rendimiento laboral.
Los más propensos a sufrir estrés térmico son los adultos mayores, los niños pequeños y las personas que trabajan al aire libre o en entornos cerrados o semi-cerrados.
Además, quienes padecen enfermedades cardiovasculares, respiratorias, obesidad, diabetes, enfermedades de la piel, o mentales, son más vulnerables a este problema.
Para mitigar los efectos del estrés térmico, se recomienda que las empresas implementen sistemas de ventilación óptimos en los edificios y ofrezcan periodos de descanso para enfriarse e hidratarse.
Permanecer en lugares frescos, usar ropa y calzado ligero y cómodo, e hidratarse continuamente también son medidas aconsejadas. Para aquellos que trabajan al aire libre, se recomienda protegerse del sol y evitar la actividad física excesiva entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde.
Por último, el profesor Sánchez Castillo señala que el calor excesivo puede inducir a la violencia debido a una respuesta fisiológica que genera mecanismos adaptativos para la supervivencia. Estos mecanismos pueden incluir comportamientos violentos en algunas personas.
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